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Carlos Manzo, contra una ciudad devastada

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Por Alberto Herrera
Nadie en los tiempos modernos ha sido tan congruente con su trabajo como Carlos Manzo lo es ahora en su carácter de presidente municipal de Uruapan. Si bien cuando empezó a figurar en la política se le vio raro por su manera de actuar, hoy día nos demuestra que su línea de trabajo y comportamiento está basado en ideales nobles, cuyo fin último es atender a una sociedad devastada por una serie de omisiones y errores de políticos de diversos rangos.
Carlos Manzo se confrontó al alcalde Nacho Campos y al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla porque a su criterio no hacían bien su labor. En múltiples ocasiones exhibió a las fuerzas del orden, a las que catalogó de corruptas y extorsionadoras, lo cual no era falso, ya que la población vivió un calvario en el trienio pasado, con una policía que en lugar de ayudar se dedicaba a buscar pretextos para afectar al ciudadano.
Carlos Manzo en defensa de la soberanía del municipio se opuso a la construcción del Teleférico, un capricho impuesto por el Gobernador a los uruapenses. Exhibió los altos índices de violencia, los cuales colocan a Uruapan como una de las ciudades más peligrosas del mundo.
En sí, en un tiempo récord, se convirtió en la voz que los ciudadanos de Uruapan no podían tener en ningún foro. Esa capacidad para interpretar el sentir del pueblo creció aún más en su carácter de diputado federal, cargo desde el cual, en lugar de plegarse a los intereses económicos y políticos de los más poderosos, se hizo aún más al lado del pueblo, lo que a la postre le llevó a obtener de manera impresionante y arrasante la presidencia municipal para el período 2024-2027.
Una vez que asumió el cargo el pasado 1 de septiembre, lo primero que recibió fueron tres llamadas intimidatorias, donde amenazaban de manera indirecta a su pequeño hijo, aun de brazos. En vez de arredrarse interpuso demanda penal y exhibió la situación, además de refrendar su lucha por la defensa de mujeres y niños.
La imagen de un Carlos Manzo que en aquellos tiempos era distinta y se veía como rara, ahora ha tomado congruencia. O más bien, no era rara, era que estábamos acostumbrados a ver al político clásico que todo lo quiere arreglar desde el escritorio, sin ensuciarse los zapatos y sin tener más compromiso que con su salario y con su carrera que le lleve a otros puestos de mayor envergadura.
Carlos Manzo no es así. En estos primeros tres días como alcalde ha buscado cambiar todo aquello que se ha hecho mal desde siempre, al grado de que, como se dijo, las malas decisiones de gobiernos anteriores mantienen a Uruapan como una ciudad violenta, gris, sin turismo, y con una mala fama que nadie quiere acercarse a ella.
Van dos días consecutivos en que Carlos Manzo sale al filo de la medianoche a recorrer la ciudad, tal como lo hacía en su carácter de legislador. Busca ya como autoridad, inhibir el delito. Acude a sitios donde falta iluminación y donde grupos de trabajadores denuncian asaltos y robos. Hace rondines por otros sitios con el fin de ajustar una estrategia que permita a la sociedad recuperar la confianza en sus calles y en sus barrios.
Estamos de hecho ante una manera nueva de hacer política. Con su carácter, Carlos Manzo seguirá así, hasta imponer un cambio, ese cambio que exigió al gobierno anterior y que no tiene otro fin que ordenar el Ayuntamiento en materia de finanzas y número de trabajadores, así como cambiar la fama que la ciudad se ha ganado como violenta y con policías corruptos.
El trabajo es arduo, pero el alcalde uruapense cuenta con un amplio respaldo del pueblo, mismo que desea una ciudad diferente, segura, limpia, con buenos pavimentos, sin corrupción, con una policía que ayude y se comprometa.
Si logra ordenar estos puntos, el camino en ascenso será aún más meteórico para Carlos Manzo, de eso no cabe duda.
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