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La profunda carcajada de El Poche (Efraín Tapia Barragán)

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Por Alberto Herrera
Esta historia bien pudo terminar en tragedia o en conflictos muy serios entre familias, pero para la gracia de Dios concluyó en amistad y hasta en parentesco. Resulta que cuando a Efraín Tapia Barragán le llegaban las oportunidades de agenciarse dinero fácil nunca accedió a él. Más bien se preguntaba el por qué del Banco Santander le llamaban muy a menudo para ofrecerle una linea de crédito de casi 500 mil pesos. También le ofrecían dinero de una pensión sin siquiera haber cumplido los 50 años de edad.
Al no tomar ninguno de estos beneficios el sueño por las noches del Poche, como se le conoce en Arteaga a Efraín Tapia Barragán, era reparador. Cada vez que recibía alguna oportunidad de agarrar dinero a su propio nombre una espina se le clavaba en el alma, pero su vida seguía normal, es decir, su rutina era del rancho a su casa y viceversa., eso sí, sin deberle nada a nadie.
Mientras en su cabeza revoloteaba el motivo de tantas llamadas para ofrecerle créditos, pensiones, y fondos de retiro, en una ocasión que regresaba de su rancho escuchó que en una estación de radio de Lázaro Cárdenas sus hijas le hacían un homenaje. El locutor había dado por ganadoras de un concurso del Día del Padre a las hijas de Efraín Tapia Barragán, por lo que el programa radiofónico se realizó en gran parte en su honor.
La espina que de por sí ya traía muy clavada en la mente se le enterró aún más al Poche. Al día siguiente bajó a Lázaro Cárdenas e hizo un trabajo de investigación. Fue a la radio, pregunto por aquí y por allá, pero no obtuvo respuestas. Parecía que a él mismo se lo había tragado la tierra, por lo que pensó que en el mundo había un solo Efraín Tapia Barragán, y ese era él.
Pasaron los años y las oportunidades de agarrar dinero fácil siguieron. Tarjetas a su nombre estaban ahí sólo para hacer uso de ellas. Dinero de la pensión. Créditos bancarios por el buen manejo de los recursos. En sí, era una situación de ensueño que cualquier otra persona con un poco de ambición por el dinero hubiera aprovechado desde la primera vez.
Empero, el Poche aguardó en silencio esa situación. Se le hacia extraño lo que pasaba, pero ya se había acostumbrado a tenerlo todo sin tener nada. Hasta que un día, hará cosa de un mes, don Elías Palominos, encargado de los programas Bienestar en Arteaga, le pidió que pasara a cobrar su pensión. Intrigado aún más, Efraín Tapia acudió, no a cobrar, sino a ver si su paisano le arrojaba un poco de luz al sorprenderte caso de que todo apuntaba a que otra vez había dinero de por medio.
Cuando llegó a la oficina de don Elías, éste lo miró con detenimiento. Le clavó su mirada de lince y escudriñó el rostro del Poche, a la vez que le dijo en tono de sentencia. “Tú no tienes la edad para recibir este dinero”. El interesado le explicó que no iba a cobrar sino a salir de una duda que traía desde hacia 10 años, justo cuando oyó que era felicitado por sus hijas que no tenía en aquel programa radiofónico de Lázaro Cárdenas.
Elías Palominos sacó un legajo de papeles, se puso sus lentes y otra vez la mirada de lince comenzó a escudriñar. Luego hizo llamadas telefónicas con el rostro congestionado hasta que un cierto momento todo volvió a la realidad. En tono adusto, severo, luego de un profunda respiración, le dijo al Poche, “mira, resulta que hay otra persona que se llama igualito que tú y vive en Las Guacamayas, así que el dinero no te pertenece”.
El Poche al fin tenía la pista que tanto había buscado por años. Con la ayuda de Elías Palominos obtuvo datos del otro Efraín Tapía Barragán y se enfiló a Las Guacamayas. Allí ya lo esperaba su homónimo, un hombre de la tercera edad, con quien luego de largas charlas coincidieron que eran parientes, pues el hombre mayor había radicado largo tiempo en Arteaga y conocía a los papás del Poche, así como a su familiares más cercanos, sólo que por razones del trabajo tuvo que emigrar a Lázaro Cárdenas.
Luego de conocerse, vinieron las presentaciones. El Poche le presentó a su hijo, Efraín Tapia Mora, a quien en tono de alegría le dijo “a ver si luego no sale otro que seas tú”, pese a que apenas tiene 5 años. Por su parte, el Efraín Tapia Barragán de Las Guacamayas, le presentó a su familia, con quien se identificó y les platicó la odisea y las tentaciones de que le ofrecían dinero a la mano. “Pero nunca lo agarré, porque los Tapia Barragán somos honrados”, les dijo.
Días después, Efraín Tapia Barragán, el de Las Guacamayas le pagó la visita. Fue a Arteaga en compañía de su hija Paty Tapia, quienes conocieron a la familia del Poche”. Fue una réplica de la vez que se conocieron. Pláticas, comida, bebidas refrescantes, pero sobre todo historias de vida, fue el tenor de una agradable tarde. Se dijeron hermanados por el mismo nombre, por los lazos de sangre, por la travesía de saber dónde estaba el otro que “se llamaba igual que yo”.
Apenas ayer, en el patio de su casa, el Poche rememora lo que vivió los últimos años. Le da gracias a dios que sus padres le enseñaron a ser un hombre honrado, “porque si no con qué cara habría yo buscado a mi tocayo”. También espera que ahora que conoce al otro Efraín Tapia Barragán la buena amistad perdure, “ lo cual no le veo problema, porque es hasta igual que yo, y cómo voy a salir mal conmigo mismo”, dijo, para luego soltar una profunda carcajada, la cual pareció soltar todas sus tensiones y dudas de los años pasados.
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