El hoy empresario mueblero, producto de la cultura del esfuerzo y de los buenos valores aprendidos cuando niño en casa, revela su afecto por Uruapan y su gente
¿Quién no recuerda con cierta nostalgia su infancia? Especialmente cuando, al pasar los años, uno se da cuenta de lo importante que fue la infancia y la adolescencia en la formación de nuestra persona.
Así, sin recordar por que empezamos a hablar de nuestro pasado, de repente vi como se iluminó el rostro de Rafa Ortiz, al evocar recuerdos de su vida, de hace ¡¡40 años!! Uffff. Recordamos canciones, personas, lugares y hasta comidas. De verdad fue padre. Parecíamos chiquillos con juguete nuevo.
Y es que, todos lo sabemos, recordar el volver a vivir, ¿a quién no le gusta recordar los años felices de la infancia y la adolescencia?, que son las etapas más felices en la vida de casi cualquier persona.
En eso estábamos, antes de empezar a comer, cuando llegaron otros compañeros que se sumaron a la plática, aunque más jóvenes, pero igualmente hombres hechos y derechos, que agregaron sabor a la plática con sus experiencias.
Lo cierto es que coincidimos en que aquellas tareas, que parecerían simples y hasta aburridas, nos forjaron como personas de trabajo y nos enseñaron disciplina, una disciplina que le dio integridad al carácter y nos enseñó que hay que aprender a conseguir el sustento de todos los días con trabajo honesto y constante.
Rafa Ortiz, con apenas 48 años de edad, confesó que se casó a temprana edad, con Yesenia Bucio, pues “cuando el amor te llega, pues te llega. No hay otra fuerza más poderosa en el mundo”, sentenció. Hoy, felizmente casado, Rafa Ortiz tiene cuatro hijos a los que dijo también educa por el buen camino, “aunque no soy tan severo como mi papá” (Constantito Ortiz Tinoco) pero busco que sean un buen ejemplo como personas.
¿Travesuras? Jajajaja, pues claro que sí, no podían faltar, pero todo dentro de un límite muy sano. ¿el estudio? pues además de los maestros y maestras en la escuela, Rafa tenía dos más en la casa: su papá y su mamá, maestros de carrera, así que ni como sacar malas calificaciones con el pretexto de “no entendí” o mucho menos “me fui de pinta”.
Y aunque si hubo viajes a diferentes partes, incluso en tren, Rafa Ortiz se dijo muy orgulloso de haber pasado algunas de sus vacaciones de verano trabajando en el campo, en donde aprendió a sembrar toda una serie de productos y hasta ordeñar vacas o manejar tractores. Años más adelante, Rafa se graduó como licenciado en administración de empresas y, hoy, dos de sus hijos siguieron sus pasos en su preparación profesional.
Y aunque se fue a Morelia a estudiar, pues antes en Uruapan no había las opciones que hoy existen, el arraigo a la tierra lo hizo volver, pero al igual que varios de nosotros, que incluso fuimos más lejos a estudiar y hasta a trabajar, al regresar vimos un Uruapan abandonado, perdido en la negligencia y apatía del gobierno.
Al igual que la mayoría, en un principio sólo criticamos esto, el otro, aquello y los demás, pero eso era todo, hasta que en día Rafa y un grupo de amigos del café, en una servilleta de papel empezó a delinear lo que hoy es Reconstruyamos Juntos Uruapan.
Créanme, pasar del dicho al hecho, además de que hay mucho trecho, no es nada fácil e implica mucho trabajo, pero a Rafa eso no lo asustó, por el contrario, asumió el reto. Criticar y destruir, cualquiera lo hace, pero proponer y construir, no cualquiera. Y Rafa es una persona propositiva e incluyente.
Ahora bien, todos sabemos que en el campo hay que levantarse temprano a trabajar. Esa costumbre, aunque Rafa ya no vive ni trabaja en el campo, le permite tranquilamente levantarse a las cinco de la mañana a trotar y percatarse de las condiciones en las que está nuestra ciudad.
Hoy, con la experiencia de haber participado en el pasado proceso electoral, le da a Rafa Ortiz la posibilidad de no sólo trabajar con la gente y para la gente desde la organización ciudadana que encabeza, Reconstruyamos Juntos Uruapan, sino desde la política, si algún partido le brindara esa oportunidad, no por que ande buscando una chambita en el ayuntamiento, sino para rescatar ese Uruapan que todos nos merecemos.
¿Propuestas? Sobran. He ahí el recinto ferial y la estación del ferrocarril, pues mientras en Zamora y Apatzingán los convirtieron en museos y atractivos turísticos, aquí simplemente no hay nada. Ni teatro, ni auditorio, ni centro expositor, ni nada. ¿por qué? Por falta de voluntad.
Entre bocadillo y bocadillo (chilaquiles, sopa tarasca, aporreadillo) Rafa nos hizo una invitación: Vamos a sembrar buenas cosas y acciones, de la mano con la gente, para cosechar una ciudad limpia, iluminada, con buenos servicios públicos municipales, en donde el deporte y la cultura sean valores importantes, al igual que el respeto a las mujeres, a nuestros niños y ancianos, aprovechando que el próximo año elegiremos autoridades.
La propuesta fue emociónate, la verdad, pero la invitación de salir a las cinco de la mañana a correr con Rafa, unos 5 kilómetros, creo que la dejaremos pendiente, no es que seamos flojos, simplemente lo vamos a pensar. Igualmente, aquí les dejo estas propuestas para que las valoren. Como propósito de año nuevo, me parece excelente. Usted decide.
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