Por Alberto Herrera


Pese a que el alcoholímetro fue diseñado como un instrumento eficaz para darle seguridad a la ciudadanía, el gobierno municipal que preside Nacho Campos ha decidido ponerle fin, por lo que ya no habrá los tan polémicos retenes que se montaban en diversos puntos de la ciudad con el fin de detectar conductores ebrios.
Quizás la presión social ante los excesos de los agentes de tránsito orilló al alcalde de Uruapan a tomar esta drástica medida que ahora deja en la indefension a los otros automovilistas, es decir, a los que conducen sin gota de alcohol en su cuerpo.
Posiblemente sólo era cuestión de realizar campañas de concientización tanto en los consumidores de alcohol como en los elementos encargados del alcoholímetro para que se diera el respeto que debe prevalecer en cualquier sociedad. Ahora, sin estas labores de detección de conductores ebrios es posible que se incrementen los accidentes viales, sobre todo los fines de semana.
Pero en fin, la presión social de unos cuantos rindió sus frutos y en las próximas semanas veremos los resultados de la decisión que ahora tomó la administración que preside Nacho Campos. Esperemos, por el bien de todos, que la misma sociedad se concientice y asuma su responsabilidad ante las consecuencias del consumo en exceso del alcohol.
Y sino, que se instaure de nuevo el programa del alcoholimetro, sólo que más profesional y siempre en la búsqueda del respeto entre las partes, aunque sabemos que hacer entrar a la razón a un borracho es cosa casi imposible. Ya veremos qué pasa pues.
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