SUS PROS Y SUS CONTRAS
POR RAFAEL MORALES GONZÁLEZ
REGIDOR DE MÚGICA
17 de octubre de 2020
“Morir en la raya” es una muy trillada frase en nuestra región de la tierra caliente, y en general en todo el territorio mexicano, ya que, nosotros no vamos a ver si podemos, sino porque podemos vamos! Dichos populares en nuestro suelo patrio sobran, al igual que valerosos personajes, hombres y mujeres que hicieron y siguen haciendo historia: de ello sobran ejemplos en nuestros libros de texto, aunque muy poca verdad de la historia mexicana se cuente en ellos. Por ejemplo hubo personajes que fueron fuertes e importantes en su momento, para el desarrollo del país, y que hicieron historia a su modo, pero a un modo que al común de los mexicanos no se nos ha revelado. Han preferido contarnos las cosas a la conveniencia, de unos cuantos, tergiversando los hechos, las intenciones, el pensamiento y las doctrinas verdaderas de quienes en los textos nos infunden su espíritu.
Perdonen que no indague aquí acerca de quiénes sí y quiénes no hicieron tal o cual cosa, en la historia de México, dando respuesta a quienes se pudieron preguntar, ¿y quiénes son o fueron esos personajes que hicieron historia a su modo, de los que nos habla? No es mi intención ni el objetivo de este trabajo ahondar en ellos. Así que, lo siento, investiguen eso por su cuenta.
Ser leales es muy importante, sobre todo en política, y en otros temas más complejos, donde la lealtad configura la templanza y el carácter de una persona, principalmente cuando alguien debe su posición en una asociación, en un partido político, en una organización, o en cualquier institución a una persona; es ahí cuando el crecimiento personal, profesional, laboral o de cualquier tipo, debe ser correspondiente y agradecido, y es el momento en que, la lealtad es puesta a prueba.
Dependiendo del terreno en el que sembremos y de lo que sembremos, eso cosecharemos. Asimismo, no podemos medir la lealtad, ni equipararla a la lambisconería, es muy diferente. La lambisconería es denigrante para todo ser humano, pues ahí se entra al terreno en el que el color del cielo será a voluntad del subordinante.
La lealtad es un Principio que, exige mucho respeto hacia la persona que se le es leal, pero que no puede derrumbar el valor de sí mismo como persona, y que tampoco puede ir más allá del respeto a los derechos humanos, ni atentar contra la libertad, contra la seguridad, ni contra la vida de las personas. Cuando alguien pida lealtad en esos temas, es porque se está hablando de temas más profundos, de los cuales aquí no hablaremos.
Unas de las cosas imprescindibles en la construcción de la lealtad son, la comunicación, la confianza y la honorabilidad de las dos personas. Si no hay comunicación, la confusión y los malos entendidos no se harán esperar; si falta confianza, nunca habrá lealtad, pues, debe haber confianza en ambas partes; si la honorabilidad es la que falta en uno o en otro, la lealtad no podrá ver la luz, pues quien no es honorable no da la cara, ni tampoco es leal.
Ser leal es lo mejor, pues quien obedece no se equivoca, parece algo dogmático, y en realidad lo es. Pero ¿qué pasa cuando se es leal al sumo grado? Cuando lo único que importa, cual fanático religioso, es ser leal al precio que cueste, sin importar si se atropellan o no los derechos, la salud o la vida de los demás, pues, que nuestra calidad humana se verá minada, nuestra dignidad como personas será incompleta, y de nada serviría llamarnos hombres libres, porque en realidad de libres no tendríamos nada.
De modo alguno he dicho hasta aquí que, la lealtad no sea buena; sino todo lo contrario. Pero como todo, y como el viejo Aristóteles lo señalara hace más de dos mil años, “la virtud (que en este caso, para nosotros será la lealtad) es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”. Yo lo interpreto en el sentido de que la lealtad no debe ser ciega, pues, se va al extremo del exceso. En la lealtad debe haber libertad y sobretodo, apego a la razón.
En los tiempos que vivimos, en el 2020, es complicado, mas no imposible encontrar personas honorables. Pero en verdad que son muy escasas, muy muy escasas, y quien así mismo se alabe de serlo, mis respetos, más aún tratándose de la política. Por esta razón, no nos debe extrañar que, la lealtad se note poco en personas poco honorables. La honorabilidad se conquista con el paso de los años, se logra con la repetición de buenos hábitos, por lo tanto, la honorabilidad es eso, un hábito.
Desde los tiempos antiguos, y desde que somos niños, sobre todo a los hombres, nuestra coloquial cultura regional nos ha enseñado que, debemos ser de palabra, o tener palabra, que eso nos hace ser hombres. Yo agregaría que, tener palabra, o ser de palabra, nos hace ser hombres honorables. En esta parte encuentro un pequeño detalle: en política muy pocos personajes son de palabra. Muchos políticos, no todos, pregonan políticas de engaño. Por esa razón el pueblo, en todo México ha perdido la confianza en los políticos. Es tiempo de que se rediseñen las políticas y los discursos y de que se reinventen los políticos. Ya no estamos en los tiempos en que a los perros se les amarraba con longaniza. Las redes sociales han revolucionado el pensamiento del pueblo; aunque sigue habiendo mucha ignorancia y fanatismo, los ciudadanos hoy en día están más informados, y pronto descubren la deslealtad, y el engaño de algunos políticos para con su pueblo
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