Contextos: Periodismo que impulsa el desarrollo de la región

¿QUIÉN ES EL PUEBLO? Y lo que necesita de sus gobernantes

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Por Rafael Morales González
Regidor de Múgica
Siempre he afirmado, y lo sigo afirmando, que hablar de política es un tema muy complicado, sobre todo para alguien que se formó en el campo y que ignora mucho más de lo que cree que sabe. No habiendo experiencia en una carrera política, el mundo que percibimos es muy distinto al que elabora el pensamiento de un calado y vivido personaje, sobre todo, cuando se trata de alguien que ha transitado por distintos y variados caminos, donde el poder lo ha significado todo. Por eso nuestra percepción puede ser tan garrafalmente distinta.

Dicho lo anterior, quisiera mencionar, si me permiten, a continuación y en primer lugar lo vulnerable que es en un país la clase trabajadora. Es el primer eslabón en la cadena alimenticia de los hombres. Más allá de eso hay aún algo más triste y más horroroso: los que no tienen nada, los que padecen de alguna enfermedad crónica degenerativa, como el diabetes, el cáncer, la insuficiencia renal, le hipertensión arterial, la obesidad, éstas entre las enfermedades más comunes en México, y que, peor aún, ni siquiera tienen un empleo, ni digno ni indigno, que les permita llevar el pan de cada día para sus hijos. Este escenario, por supuesto, aplica primordialmente en las grandes ciudades, donde viven o sobreviven millones de personas, que luchan día con día por amanecer y anochecer cada quien con su familia.

En nuestro país, en agosto de 2020 el CONEVAL recalculó la pobreza por ingreso, es decir, aquellas personas a las que no les alcanzan sus ingresos para adquirir una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos, ya que, de acuerdo a las expectativas de inflación del BANCO DE MÉXICO, se incrementó la pobreza entre 7.2 y 7.9 puntos. Esto equivale a entre 8.9 y 9.8 millones de personas.

Lo anterior significa, de acuerdo al CONEVAL, que el porcentaje de pobres por ingreso en México podría pasar de 48.8% en 2018 a 56% este año en el mejor de los escenarios, y a 56.7% en el peor de ellos.

Referente a la pobreza extrema por ingreso, de acuerdo al organismo recalculador, se estimó un aumento de entre 4.9% y 8.5%: entre 6.1 y 10.7 millones de personas. De esta manera, la población en esta condición pasaría de 16.8% en 2018 a 21.7% en 2020 de acuerdo con el primer escenario, y a 25.3% con el segundo. O sea, que, actualmente, para agosto de este año, a más del 25% de los mexicanos no les alcanza para adquirir una canasta alimentaria y pagar bienes y servicios. ¡Qué lamentable! Ese es el pueblo, más el otro 26% que apenas le alcanza para medio sobrevivir, y darse el lujo de hacer las 3 comidas y pagar sin tantos problemas sus bienes y servicios.

Según el informe del CONEVAL, los efectos de la crisis sanitaria que estamos viviendo, podrían revertir los avances alcanzados en los últimos años en los indicadores de desarrollo social. Eso es grave.
En el 2004 leí un libro, que sin duda lo recomiendo ampliamente a quien sea amante de las letras. Se llama, LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA, escrito por Dominique Lapierre, autor francés de una serie de libros de gran éxito, desde los años sesenta. Y verdaderamente me impactó la obra. Se trata, por supuesto de un Best Seller, que retrata sorprendentemente la miseria humana.

LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA se trata de un vecindario real, de los años sesentas del siglo XX, donde hay más de 70,000 personas viviendo en un barrio de la ciudad india de Calcuta, lugar que no rebasa las dimensiones geográficas de 4 estadios de futbol, o sea, un aproximado menor a las 4 hectáreas de terreno, lugar donde hay una especie de caldera humana, donde hierven y, a veces, estallan los conflictos sociales, religiosos y humanos más profundos.

Qué bueno que en México no vivimos así, ni tampoco hay tanta pobreza como para llegar a vender la osamenta en vida, por contrato, ni vivir de la venta de la propia sangre. ¿Pero eso es acaso un consuelo? No podemos celebrar que estamos mejor que los que están peor, aunque la India, por supuesto que no está peor que nosotros, eso no es congratulable. No podemos conformarnos como pueblo, con no ser de los últimos en el desarrollo social, ni tampoco es para alegrarnos de las desgracias de nadie. No podemos fingir que no pasa nada, cuando estamos viendo la casa arder. Debemos hacer algo: debemos ser mejores ciudadanos, más inteligentes, más trabajadores, necesitamos mejores y excelentes gobernantes, que no piensen sólo en el propio beneficio, que se acaben ya los negocios personales y el clientelismo, que inicie ya el buen gobierno, ése que verdaderamente haga un cambio. Pero oh!, qué lamentable, unos se dicen de derecha, otros de izquierda, unos a favor del régimen, otros en contra, estamos divididos: unos son fifís, otros chairos, otros derechairos, ya no se sabe ni qué. Lo único que se ve y se siente es que estamos mal. Urgen soluciones, no invenciones, no ocurrencias; urge que se gobierne para todos y que todos seamos tratados con respeto, con dignidad, sin apodos, sin señalamientos o distingos por ser o no ser afectos a un pensamiento o a un proyecto político. Pero también todos, debemos comprometernos a ser mejores ciudadanos, cumplidores de la ley y respetuosos del gobierno.

En párrafos anteriores quise aludir a un libro que me pareció oportuno comentar, LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA, puesto que, en México, en nuestros días, al igual que hace más de 100 años, el hambre, la miseria, la desigualdad social tan atroz, el desgobierno, la desinformación, el quebranto del estado de derecho han llevado y siguen llevando a millones de pobres mexicanos a sobrevivir párcamente, a la espera de un final no tan feliz.

Preciso es que, nuestros políticos, compatriotas nuestros, rijan nuestros destinos con sabiduría, con apego a las leyes y al buen gobierno. Que los partidos políticos unifiquen un solo Proyecto de Gobierno en el cual todos participen, pero que este Proyecto contemple el respeto a los derechos humanos, el respeto a la vida como principio primordial, el desarrollo sustentable de todos los pueblos. Que se fortalezca y se priorice el desarrollo del campo mexicano, que las inversiones extranjeras sean todas bienvenidas, que la industria desarrolle nuevas tecnologías, que no haya más “detente”, el tiempo de los mitos y las cavernas ya pasó, que la ciencia prolifere.

Es tiempo de que se deje de ver a los que piensan diferente como adversarios, veámoslos como lo que son, como personas que tienen criterio propio y que tienen derecho a diferir de nosotros. No somos dueños de la verdad, ni tampoco somos perfectos.

Jamás la lealtad por encima de la capacidad. Si así se esperara de alguien, entonces no se estaría buscando a un hombre libre, capaz de resolver los problemas de la nación, sino entonces, se estaría buscando a un servil, matraquero, que maquille mis errores cometidos.

https://www.infobae.com/…/alerta-coneval-mas-de-10-millones…

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