Contextos: Periodismo que impulsa el desarrollo de la región

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Por RAFAEL MORALES GONZÁLEZ
REGIDOR DE MÚGICA
14 DE SEPTIEMBRE DE 2020

Cuando era niño ansiaba ser grande. ¡No sabía, ni idea tenía de lo que ansiaba! Yo sólo quería ser grande. No sabía de los peligros y misterios que componen lo que llamamos vida. Todo me parecía un sueño. Mi vida fue tan misteriosa desde niño. No cabe duda, que siempre tuve la compañía de alguien que me cuidaba, nunca lo vi, pero ahora lo comprendo todo, ahí estaba, escondido en lo más profundo de mi alma, en esos momentos de peligro. Porque cuando uno es niño le pasan muchas cosas, más aún cuando creces y vives muchas horas de tu día en el campo. ¡Qué misterios tan grandes tiene la vida!

¿Quién de niño no tuvo miedo a que murieran sus padres? A que un rayo les cayera en medio de la lluvia, o a que algo malo les pasara mientras vivíamos la vida. Así es la vida. La vida de todo niño que sólo sueña con ser grande. Recuerdo que, yo quería crecer y ser un científico. No sabía lo que eso significaba, pero yo quería ser un científico, alguien que cosas importantes y que ayudara a la gente. Me imaginaba con una bata blanca, hasta las rodillas. Esa era mi idea de un científico y yo quería serlo.

Con el paso de los años fui creciendo, y dejé de ser un niño, pero seguí soñando. El campo y los ajetreos de la vida, forjaron en mi un buen perfil, el de alguien que sabe que, la vida no es juego, y que hay que luchar por todo aquello que queremos; que debemos ser constantes y fuertes, porque vida sólo hay una, y hay que vivirla en paz con Dios y con uno mismo. Ahí está la clave. Si vives en paz con Dios y contigo mismo lo podrás todo, y todo lo bueno vendrá a ti. Ten fe.

Hoy, en el 2020, cuando rebaso los cuarentas, mi vida sigue siendo un misterio, pero un misterio más grande, del tamaño de mi mundo y de mi propio universo. Y ese alguien que de niño me cuidaba sigue ahí, sin yo poder verlo, pero sé que sigue ahí. He ganado además un amigo, alguien que vivió conmigo y, que me vio crecer. Ya anda en más de sesenta, y su pelo entrecano lo copia el mío. Es un orgullo tenerlo conmigo y ser yo su amigo. Sus años sufridos dolieron bastante, y lo hicieron ser bueno, más bueno que antes. Recuerdo de niño, en todo momento, me hizo ser hombre, me enseñó a ser fuerte. Hoy se lo agradezco.

Nada nuevo hay bajo el sol, y el misterio de la vida lo gozo en mi corazón; el amor más puro cosecho en mis filios, palabra mal traducida, pero suena mejor. ¡Que vivan mil años! Y que, siempre estén en Dios, los tres.

Mi vida reclama, cansancio y dolor; aunque no tanto, pues no soy tan añejo, ni un buen bebedor, pero sí me desvelo orándole a Dios, contando mis penas, y pidiendo perdón.

Más años quisiera poderlos vivir, sintiéndome amigo, de mi fiel cuidador, teniendo en mi vida al Amor de mi amor. Así sea, así sea, y que me regale su don.

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