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TOMANDO CAFÉ CON ERY ☕

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Ésta es la historia.

¡Un milagro de vida!

– Bienvenida Lorena Casillas Sánchez, muchas gracias por compartir en un café  algo tan importante para ti. Adelante cuéntame tu milagro de vida.

–Gracias Ery, después de un embarazo normal de mi primer hija Aleth Zoé, Dios nos concedió otro bebé. Desde el comienzo fue un proceso diferente. Tuve algunas complicaciones en el cuarto mes, tenía temor de perderlo. Pero Dios nos escuchó, todo se normalizó y continuamos con el embarazo sin ningún inconveniente durante algunos meses.

Sin embargo, algo inesperado y preocupante sucedió. Estaba por cumplir el séptimo mes cuando tuve la ruptura de membranas; es decir tiré líquido amniótico, por lo que ya era imposible que mi pequeño pudiera seguir dentro de mí.

–¿Tuviste miedo Lorena?

–Si Ery, el diagnóstico médico fue objetivo pero cruel: «No hay mucho tiempo, su bebé debe nacer ya. La vida de su bebé está en peligro, no sabemos si pueda sobrevivir». Otros más argumentaban: «Las posibilidades de vida de un varón prematuro son menores», «Debe irse y buscar un hospital donde puedan atender a su bebé, lo necesitará».

_¡Qué fuerte debió ser para ti Lorena y para tu familia!

–Así es Ery. Después de algunos momentos de temor, llanto y tristeza, mientras viajábamos al hospital de especialidades a la ciudad de Morelia, la Palabra de Dios vino a mi mente, especialmente el Salmo 53.6: «En el día que temo, yo en ti, confío». Esas palabras resonaron en mi mente y en mi corazón durante 28 días en el hospital, cuando más miedo tenía ese texto me fortalecía.

Los dos primeros días después de estar sola e incomunicada en una camilla me enseñaron a depender más de Dios. A no dejar ni un momento de pedir su ayuda, misericordia y gracia para mi vida y la de mi bebé.

Fue algo sorprendente el ver qué Dios estaba al cuidado de nuestras vidas. Mi bebé aguanto las 48 horas necesarias para el tratamiento que fortalecería sus pulmones, y justo cuando se cumplió el tiempo comenzó el trabajo de parto, aún sin darme cuenta.

Pude ver el poder de nuestro Dios misericordioso.

Vi un milagro de Dios en los médicos, pues envío a alguien que aparentemente no debía estar ahí, pero Dios lo usó porque supo que mi bebé ya estaba por nacer, algo de lo que los demás médicos no se habían percatado, ni yo misma.

Vi el milagro de Dios en mi cuerpo, pues ante todo pronóstico me liberó de una operación que me dificultaría estar trasladándome diariamente al hospital a ver a mi pequeño. Nació de parto normal, fue algo que yo pedí mucho a Dios.

Vi el milagro de Dios en mi bebé al verlo con vida, y aún con su bajo peso, le dio la fuerza para nacer.

Después del parto lloré de gratitud, alegría y gozo. No tenía palabras, porque Dios me sorprendió una vez más con su amor y cuidado.

Y es que no es fácil ser mamá de un bebé prematuro.

–Entiendo lo difícil y delicado que es. ¿Qué sentiste en ese momento Lorena?

–Ery, mi gozo era más grande que mi preocupación, de no estar preparada. No tenia pañalera, ni su ropita lista, no hubo baby shower, ni sesión de fotos, pero esto era lo menos importante.

Fue tan difícil Ery, ver a mi bebé a través de un cristal, con oxígeno, con sonda, canalizado y tan pequeñito con tan solo 1.660kg. Cargarlo en mi pecho con el temor de que sonara alguna alarma o que dejara de respirar. Se me partía el corazón al verlo solo un momento y tener que dejarlo en el hospital. Esperar cada día los avances y el diagnóstico de los médicos, quienes no siempre daban buenas noticias o no se veía un gran avance. Pues mi pequeño no tenía aún el reflejo de succión lo alimentaban con jeringa y se cansaba al comer. Además de muchas cosas más por la inmadurez de su cuerpo. Pero en esos momentos que sentía miedo, seguía confiando en Dios.

En todo ese proceso, cuando yo no lo podía ver y cuidar, Dios lo protegió. Mientras pasaba a visitar a mi bebé sólo podía orar por él, cantarle y repetirle salmos, y versículos de la Biblia. La palabra de Dios siempre fue mi fortaleza.

En medio de los temores de llevarlo a casa tan pequeñito, Dios nos ayudó y nos dió la fortaleza necesaria. En esos momentos de mayor temor y soledad Dios siempre estuvo a nuestro lado.

–Nos queda claro que Dios nos escucha Lorena. ¿Y ya todo fue normal para ti?

–No Ery. Días después, aparentemente todo estaba bien, estábamos tranquilos hasta que otra prueba llegó a nuestras vidas:
Los análisis clínicos y varias pruebas médicas (mucho sufriendo para nuestro niño) indicaban que el cuerpo de nuestro niño no estaba produciendo una hormona necesaria para vivir: Cortisol.

Nuevamente sentimos un golpe en el corazón al escuchar que esa condición no tenía cura: «hiperplasia suprarrenal». Debía estar medicado de por vida mañana y tarde para que viviera «normal». De lo contrario podía ponerse grave con alguna fiebre, vómito o diarrea hasta el punto de ser internado y morir.

¡Ery, fueron días de mucha angustia! Junto con mi esposo orábamos cada día a Dios por su sanidad. Ver a mi bebé y pensar en lo que podía ocurrir me causaba gran dolor . Y la preocupación se agravó al ver a nuestro bebé durante una semana con fiebre.

En estos días difíciles tuvimos el respaldo de muchos hermanos en la Fe, nuestra Iglesia y otras más del Estado. El 8 de marzo tuvimos un día de ayuno y oración por el bebé. Ese día leeríamos los resultados de los análisis. Y milagrosamente ¡Dios lo hizo otra vez! ¡Dios nos escuchó! Mi bebé producía 0.8 mcg/dL de cortisol (lo normal para vivir es 5 a 25) en la segunda prueba nuestro bebé estaba produciendo 15.5 ¡estaba ya en los niveles normales!

En esos momentos de mayor prueba, puedo seguir entendiendo que «a los que amamos a Dios, todo nos ayuda para bien» (Romanos 8.28ª). Y hoy puedo decir que mi Fe se ha reafirmado, mi confianza sigue puesta en Dios . Ahora puedo ver a mi bebé, creciendo y recuperándose. Seguimos confiando en Dios.

Mi profunda gratitud es para Dios porque cada oración, él la escuchó; en cada lágrima, él me consoló y en medio del dolor vi sus promesas cumplidas. «No hay nada imposible para él» (Lucas 1.37)

Agradezco a mi familia, a la Iglesia, a cada uno de mis hermanos en la Fe. Porque sé que mucha gente estuvo orando por nosotros y eso nos fortaleció.

Gracias a Dios por este hermoso regalo que nos ha dado, Kiel Zaid (Kiel: Mi poder está en Dios y Zaid: el que crece) Dios nos ayude a amarlo y guiarlo en su camino.

–Así será, nuevamente muchas gracias Lic. en Educación Preescolar Lorena Casillas Sánchez por compartir tu milagro de vida.

Ery Ruiz/ #CMN #CoorporativoMichoacanoDeNoticias

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